
Tanta tontería, ¡hombre ya!
Es usted imbécil. Disculpe que se lo diga así, de sopetón, pero ya es hora de que alguien se lo diga. Claro que, quién soy yo para decírselo, se preguntará, y por eso, me voy a explicar. Es usted imbécil porque va por la vida poniendo en práctica las sandeces que se van oyendo hoy en día sin preocuparse de la validez de las fuentes. ¿O acaso no se ha convencido de que es usted un ser único y maravilloso, que no debe importarle lo que digan los demás, y que solo potenciando es