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Armas y el derecho a la defensa


Me tomaré la licencia de ponerme violento –sólo por esta vez. Imagina que tu vecino, el que está viviendo pared con pared a tu casa, tiene un arma y tú lo sabes. Imagina cómo te sentirías al saber que tu vecino tiene un arma, y que sabe usarla. Ahora, imagínate que todos los demás vecinos en tu barrio tienen una también; habrá revólveres, automáticas, rifles y recortadas; todo tipo de armas, y tú sabes que están en las casas de tu vecindario. Céntrate en esta idea por un momento y plantéate todas las posibles derivaciones: Salir a la calle pensando que cualquiera te puede matar si se le antoja; que durante la noche, cualquiera de tus vecinos puede entrar en tu casa, pegándole un tiro a la cerradura, y llagar hasta tu cama y matarte; o que mientras estás en el supermercado puede aparecer cualquiera con una semiautomática y liarse a tiros con todos los presentes… Sí, acabaría en la cárcel –o no. Pero el tiro te lo ha metido, y tú eres un cadáver.

Si piensas en ello por unos instantes, y te centras en cómo te hace sentir esa idea, seguro que llegas a la misma conclusión: en un escenario como ese tú también querrías tener un arma. En realidad, tú necesitarías tener una porque se ha despertado en ti la necesidad de poder defenderte; HAN creado la necesidad de defenderte. Esa necesidad automáticamente se ha convertido en el derecho a poder defenderte. De hecho, lo que ocurre es que HAN desarrollado en ti una paranoia que hace que tu interior grite con fuerza: TENGO DERECHO A DEFENDERME. Este es el sentimiento que ha dado origen a la filosofía inherente a la política exterior de Estados Unidos, justificando así todos sus actos bélicos, y, consecuentemente, convirtiéndolo en el país más poderoso del mundo.

Ese mismo derecho, o espíritu de DEFENSA, acaba resumiéndose en una sola palabra: GUERRA. Para empezar, al igual que su predecesora, su historial bélico anterior a la Segunda Guerra Mundial es prolífico. En esto, no aventaja a los estados europeos en mucho, aunque sí lo hace, pero digamos que se enmarca dentro de lo que era el normal devenir de la historia de unos siglos en los que el colonialismo, el imperialismo, la conquista y por tanto la guerra eran factores fundamentales dentro de las políticas de estado de casi cualquier nación. Así, desde que se forjó, con la GUERRA de Independencia de 1774, hasta hoy en día, no ha parado; 1797 GUERRA contra Francia; 1812 GUERRA contra el Reino Unido e intento de invasión de Canadá; 1836 GUERRA de Texas; 1846 GUERRA en Panamá; 1847 GUERRA contra Méjico; 1861 GUERRA Civil o de Secesión; de 1775 a 1890 GUERRA contra los indios nativos; 1898 GUERRA en Cuba; 1899 GUERRA contra Filipinas; 1903 Primera GUERRA en Rep. Dominicana; de 1903 a 1925 GUERRA en Honduras; 1912 GUERRA en Nicaragua; 1914 Segunda GUERRA en Rep. Dominicana; 1915 GUERRA en Haití; 1917 entra en Primera GUERRA Mundial; 1918 GUERRA de Siberia; 1941 entra en Segunda GUERRA Mundial…

Pero las dos bombas atómicas supusieron un antes y un después en la historia del mundo. Desde 1945, los europeos, especialmente los de la Europa occidental, hemos adoptado una filosofía sin precedentes en la historia de la humanidad, una de la que podemos y debemos sentirnos orgullosos: la filosofía del NO a las guerras. Otra cosa es lo que nuestros estados hayan hecho y hagan a nuestras espaldas –eso no podemos controlarlo aún; pero al menos, ya los hemos forzado a tener que hacerlo a nuestras espaldas. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que hemos desarrollado el concepto fundamental de que hacer la guerra está mal, y punto. Esto, repito, no tiene precedentes en la historia de toda la humanidad.

Sin embargo, esta filosofía pacifista y en contra de las armas no ha llegado a cuajar en la mentalidad de los estadounidenses –y con ello no pretendo lanzar un insulto a sus habitantes, ni mucho menos; simplemente constato los hechos. ¿Por qué no? Por el concepto que se les ha inculcado desde su nacimiento como país: TENGO DERECHO A DEFENDERME. Y así, siguiendo la política belicista e imperialista de Gran Bretaña de las dos centurias pasadas, ha sabido modificar y adaptar a las nuevas circunstancias el concepto de dominio imperial del mundo. Tras lanzar las dos bombas atómicas en 1945 (que, dicho sea de paso, eran totalmente innecesarias y absolutamente injustificadas pues la guerra ya estaba ganada), su historial bélico es como sigue: 1950 GUERRA de Corea; 1959 GUERRA de Vietnam; 1965 Tercera GUERRA en Rep. Dominicana; 1983 GUERRA de Granada; 1986 Primera GUERRA en Libia; 1989 GUERRA en Panamá; 1991 Primera GUERRA de Irak; 1999 entra en la GUERRA de los Balcanes; 2001 Primera GUERRA en Afganistán; 2003 Segunda GUERRA de Irak; 2009 GUERRA en Yemen y Somalia; 2011 Segunda GUERRA en Libia; 2013 Segunda GUERRA en Afganistán.

Estas son, en total, 30 guerras desde su fundación hasta 2013. Una media de ¡10 guerras por siglo! Estas guerras han dejado más de 800.000 soldados norteamericanos muertos en los campos de batalla, y los heridos de guerra, más de un millón quinientos mil. (Todos los datos aquí: http://en.wikipedia.org/wiki/United_States_military_casualties_of_war).

Para poder defender ese DERECHO a la DEFENSA, es obvio, es necesario tener armas. Según el Instituto de Investigaciones Internacionales de Paz de Estocolmo, el SIPRI, en el año 2005, el gasto militar de Estados Unidos sumaba el 47% del total mundial. Además, según la misma fuente, el 63% del armamento vendido en el mundo procedía de compañías norteamericanas, de entre las cuales las más poderosas son Boeing, Northrop Grumman y Lockheed Martin, y en 2005, sólo estas tres compañías vendieron 81.720 millones de dólares en armamento. Siempre según el SIPRI, de septiembre de 2001 a junio de 2006, el gasto del gobierno de Estados Unidos bajo el epígrafe “Guerra Global Contra el Terrorismo” ha sido de 4 billones 320.000 millones de dólares (el PIB del Reino Unido en 2013 ha sido de 2 billones 521.000 millones de dólares; el de Alemania, 3 billones 635 millones). Por el SIPRI también sabemos que de las 20 empresas armamentísticas más importantes del mundo, 14 son estadounidenses.

Pero las armas no sólo se fabrican y se venden para las guerras, al contrario. El 28 de junio de 2010, el Tribunal Supremo de Estados Unidos sentenció que ninguna ley estatal o local puede restringir el derecho a poseer o portar armas, por lo que ya no puede haber ninguna duda para interpretar la Segunda Enmienda a la Constitución: “the right of the People to keep and bear arms, shall not be infringed.” Los datos al respecto, escalofriantes en mi opinión, están al alcance de cualquiera, pero voy a copiar los más significativos: según la agencia oficial ATF norteamericana, solo en 2011 se abrieron 1.167 establecimientos nuevos de venta de armas; aproximadamente 90 millones de estadounidenses acumulan cerca de 270 millones de armas; el 47% de los hogares del país tienen oficialmente al menos un arma; el FBI afirma haber realizado más de 16 millones de solicitudes para la posesión de armas de fuego en el año 2012; las ventas de armas han crecido un 86% desde 2009; según el informe de 2012 de la Fundación Nacional de Deportes de Tiro (NSSF), las pistolas vendidas en Estados Unidos ese año superó los 31.000 millones de dólares…

Ahora volvamos a nuestro punto inicial: si todos tus vecinos tuvieran armas, ¿tú no te comprarías una? Los datos reales nos pueden dar la respuesta a esta pregunta. Veamos 2 ejemplos:

1º El 8 de enero de 2011, a las 10:10 de la mañana, Loughner disparó contra la congresista Giffords y contra todos los que la rodeaban, dejando seis muertos y trece heridos; resultado: las ventas de ese arma aumentaron en el estado un 60% en un solo día con respecto al mismo día del año anterior, un 65% en Ohio, un 16% en California, y un 33% Nueva York.

2º El 21 de julio de 2012, durante el estreno de Batman, en Colorado, un hombre dejó 12 muertos y decenas de heridos; resultado: las ventas de pistolas subieron en los tres días siguientes un 43%.

No es nada nuevo, pero si una industria quiere vender sus productos lo primero que hará es CREAR en la población la NECESIDAD de comprarlos. Y cuando se ha creado esa necesidad, será la propia población la que le exija a los gobernantes el DERECHO a tenerlos. Lo mismo ocurre con la industria farmacéutica, pero eso lo dejo para otro artículo.


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