Facebook -una realidad constructiva
Mientras voy bajando por mi muro de Facebook me voy dando cuenta de algo que, en teoría, debería perturbar mi tranquilidad sociocultural congénita y endogámicamente adquirida por formar parte de la privilegiadísima y felizmente despreocupada sociedad occidental. Y en parte, no voy a mentir, sí que lo hace. Me preocupa… sólo un poquito, pero me preocupa. Y no quiero permitirlo. ¿Por qué no? Porque considero que eso desvirtúa el camino y me pone en la senda equivocada.
Y de pronto, mientras me hallo en estos pensamientos, recuerdo una frase que un alumno de historia me dijo había leído en un grafiti: “Fighting for peace is like fucking for virginity”. Sí, lo sé, es un lenguaje vulgar. Pero el mensaje es brutalmente elocuente. A continuación me viene a la mente una cita de la Madre Teresa de Calcuta, que venía a decir algo así como “No me veréis nunca en una manifestación en contra de la guerra; ahora, estaré en todo manifestación por la paz”. La idea es parecida.
Quiero en este artículo discurrir sobre como Facebook me ha hecho reflexionar acerca de una idea en el fondo tan taoísta.
Entre maravillosas frases magistrales de sabiduría cibernética y virtual, citas de aquí y de allá sobre cómo ser mejor persona, cómo sobrevenir una ruptura sentimental, o hacerse con la felicidad verdadera; entre las fotos más bellas de despertares de horizontes, anocheceres, flores y animales de los más curiosos y lindos; entre las noticias más estrambóticas, o anécdotas más divertidas del momento que realmente logran que uno se ría en voz alta en la intimidad de su pantalla del portátil (lol); entre alguna que otra foto que muestran alegres curvas sensualmente resaltadas por un bikini o por la luz a tal efecto indicada; entre, en fin, la miríada de “noticias” que cada segundo, minuto a minuto, mis amigos, conocidos, y menos allegados, publican en el muro, me voy dando cuenta de que una realidad subvertida está tomando forma, día tras día, y que ya no se trata de una elusión de la misma mediante la mera distracción ofrecida por la famosa fórmula estatal del panem et circenses, (fútbol, ciclismo…) de antaño. Esta vez, somos los propios usuarios de las denominadas redes sociales los que nos estamos alejando cada vez más de una realidad destructiva para introducirnos en la que diseñamos, tal vez de un modo inconsciente, a nuestra preferida medida, escogiendo qué posts leer y cuáles no, a quién seguir en Twitter y a quien no, etc.
Es decir, que mientras felizmente navegamos por la red, a nuestro alrededor se cuecen cosas grandes, cosas importantes, a las que no le damos la menor importancia, algunas, muy, muy malas. Y así, entre un bonito trasero en tanga de una amiga tostándose en la playa y un tigre recién nacido en el zoo, entre las graciosísimas palabras de un ingenioso anónimo y las maravillosas palabras de esperanza lanzadas por un antiguo sabio embebidas en una mágica composición hecha con Photoshop… entre tanta maravilla, decía, casi desapercibidas, pasan noticias como la de que Corea del Norte está al borde de llevarnos a otro desastre mundial como el de una Tercera Guerra Mundial.
Y, ¿qué vengo a proponer yo? ¿Que escondamos, al modo de los avestruces, la cabeza en el subsuelo de nuestros privilegios de sociedad desarrollada? Lo cierto es que visto lo visto, o, mejor dicho, viendo cómo va el mundo, lo fácil es convertirse en ese pájaro de mal agüero que viene anunciando el inminente desastre. Lo sencillo, irónicamente, es convertirse en el pesado de turno que da literalmente el coñazo con reprobaciones por nuestro proceder como sociedad despreocupada ante el hambre atroz y las nefandas injusticias que padece el restante 80% del mundo. Pero creo que mi tarea, al tener la facilidad de palabra que tengo, y al tener la oportunidad de hacer uso de las maravillosas herramientas que la tecnología pone a nuestro alcance, es más bien la contraria. Lo complicado es mantenerse optimista. Pero, sinceramente —y he aquí lo más importante— es lo más útil para la sociedad.
Quiero decir con esto que confío en que será más provechoso hacer todo lo posible por concienciarnos de lo afortunados que somos, poner de manifiesto todo lo grande y bello que realizamos como individuos a diario, en nuestro pequeño entorno de red social, y realzar las maravillas de las que somos capaces como especie. En otras palabras, creo que mostrando lo positivo seremos capaces de hacer frente a lo negativo que nos venga, ya que viviendo en lo positivo mantendremos nuestros corazones abiertos y no cerrados, mantendremos nuestras mentes despejadas y no atormentadas, y sabremos cómo proteger al conjunto de la humanidad de lo negativo.
Confío en mi especie. Y confío profundamente.
Sin embargo sé que debemos ser guiados —es lo lógico y natural en toda especie social—. Así que, con este artículo, me gustaría moveros a pensar de manera que cada vez que veamos algo negativo le saquemos lo positivo; que recordemos, por ejemplo, que por cada gota de contaminación que provocamos como especie, se escriben cientos de palabras que logran hacer que los gobiernos cambien sus políticas medioambientales; que por cada injusticia que se produce en el mundo, hay cientos de miles de juristas, jueces y abogados trabajando a diario para que estemos mucho más cerca de la Justicia de lo que lo estuvieron nunca nuestros antepasados de ninguna era o período histórico; que por cada desfachatez macroeconómica llevada a cabo por los miserables de conciencia, hay millones de almas caritativas que hacen de este un planeta más rico de lo que lo ha sido jamás antes; que por cada extremista o fundamentalista hay un científico que enseña y educa a los jóvenes de todo el mundo cuál es el camino correcto.
He aquí donde entiendo, de pronto, la buena función que inesperadamente desarrolla Facebook al presentarnos una realidad más constructiva que la de los periódicos.
Sí, Facebook podría ser el portador del positivismo que hace falta en el mundo. ¿Me consideraréis inocente por ello? ¿Incauto? ¿Cándido? ¿Ignorante más bien? Yo no creo que lo sea. Es sencillamente adoptar un punto de vista diferente. Las noticias —las buenas noticias— están ahí fuera. Lo que ocurre es que venden menos, y todos los periódicos del mundo prefieren dar vuelo a las malas noticias y fomentar el morbo. Facebook, he notado, es el medio que como sociedad hemos decidido usar para transmitir el lado positivo o constructivo de las noticias.
Mi consejo, por tanto, para quien lo quiera seguir, es el de ser activo en la búsqueda de lo positivo, centrar la atención en ello pues esa es la mejor arma para vencer lo negativo. Recuerda, no se trata de hacer la guerra para conseguir la paz, sino de mantenerse en la paz para evitar toda guerra.
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