Manifiesto Marca Personal

Ahora todos hablan de la marca personal.
Pues, hablemos.
Te dicen que te tienes que especializar en algo que se te dé muy bien, destacar de entre la multitud y ser el mejor. Definirte, en conclusión, como alguien distinto del resto. Y con esta idea que se nos ha ido imponiendo bajo el pretexto de que es lo mejor para poder posicionarnos en el mercado, lo que en realidad está ocurriendo es que nos están convenciendo para mutilarnos; mutilarnos como personas polifacéticas que en verdad somos, y mutilarnos amputando nuestros intereses, gustos y posibilidades. Nos han convencido de que debemos centrar nuestros esfuerzos en un solo sector, más aún, en un solo campo de especialización. Que así seremos exitosos, competitivos. Y tanto nos han convencido, que lo hemos convertido en realidad y ya no somos capaces, no estamos preparados, para aceptar otra cosa, hasta el punto de que nos sorprende tanto que una persona sea un buen zapatero y a la vez un óptimo profesor de inglés que lo descartamos de inmediato por inverosímil, engañoso o mentira. Y nos mutilamos. Mutilamos la verdadera naturaleza ecléctica del ser humano. Pero no siempre hemos sido así. Pensad en Leonardo Da Vinci, e imaginad que quisiera contratar a una empresa que le diseñase su marca personal... ¿Cómo lo venderían? ¿Pintor?, ¿arquitecto?, ¿escultor?, ¿filósofo?, ¿ingeniero...? Hagámosle la marca personal a Cervantes: ¿militar o escritor? Shakespeare, ¿actor, dramaturgo o poeta? ¿Y Dalí? ¿O Walt Disney? ¿Cuáles eran sus marcas personales? Pensemos en Elvis Presley y en Frank Sinatra, ¿cantantes o actores? Estamos de acuerdo en que no se puede ser excelente en todo, pero sí tenemos la capacidad de ser buenos en muchas cosas, y uno puedo ser igual de válido como actor que como maestro de artes marciales o filósofo —como, por ejemplo, lo fue Bruce Lee. Pero en lugar de seguir su consejo y ser como el agua amoldándonos a las necesidades, preferimos encasillarnos y encasillarlo todo. Las grandes marcas, las que han sobrevivido durante décadas, lo saben bien: Toyota hace muy buenos coches y muy buenas máquinas de coser... Yamaha hace excelentes motocicletas y fabulosos instrumentos musicales… ¿Cuántos ejemplos más se nos pueden ocurrir de este tipo de diversificación exitosa? Pero a ti te dicen que te especialices, que luches por ser el mejor en algo. Ahora bien, piensa en esto: ¿cuántos “el mejor” en algo puede haber? Y así, cuando estés dedicando todo tu tiempo y tus esfuerzos en ser eso, estarás dejando de ser bueno en tantas otras cosas; y cuando te estés hundiendo por no conseguir el éxito previsto de “los mejores”, sencillamente te obviarán. ¿Y quién habrá salido ganando? Los de siempre. Eso es marca personal. Nada más. Somos casi ocho mil millones de personas en el mundo. ¿Quieres destacar? Sé tú mismo, lo que equivale a decir: sé como los demás mortales y experimenta en todos los campos y aspectos que te llamen la atención; sé curioso y atrévete a ser bueno, incluso muy bueno, en todo lo que te apetezca. Pero no quieras ser el mejor. Los genios no fueron genios por ser los mejores en nada; ni mucho menos por querer destacar de los demás. Piensa en eso. ¿Marca personal? Bien; pero asegúrate de que te identifique de verdad, con toda tu multiplicidad, respetando tu eclecticismo connatural. El ser humano es así, polifacético, divergente y curioso por naturaleza.
Que no te mutilen. Avanza.